Roberto Cigarran // artes visuales

En el culto vudú, el punto más alto y el honor de cada reunión ceremonial es la posesión por los espíritus, la llegada de la divinidad que cruza el velo de la materia y la conciencia, empujando así la conciencia del propio individuo para caminar una vez más en el mundo. Para aquellos desacostumbrados a que semejante sombra se pose su razón existe una possession petite, pequeños ajustes a la naturaleza y disposición del devoto que hablan de otras naturalezas y otros deseos, sin llevar a la total aniquilación del intelecto. 

Aparecen nuevos dioramas y diálogos con los espíritus que llevan al devoto hacia lugares más profundos donde lo secreto es descubierto y lo desconocido se conoce. Ellos vienen desde detrás del velo del sueño para llevarte a artefactos, a las herramientas de sus discípulos, confiriendo conocimiento oculto. Abren puertas hacia las fortalezas de sus tesoros y admiten a aquellos que caminaron en las salas de sus ancestros mucho tiempo atrás, mueven las piedras de sus ciudadelas para que sus devotos puedan reconocerse los unos a los otros, para que puedan caminar en los lazos de la fraternidad cada vez más hacia ellos. 

Sean Woodward, Gran Maestro para Gran Bretaña e Irlanda, OTOA/La Coulevre Noire